martes, 5 de mayo de 2009

Sábado de adrenalina


-Esto será divertido- hablaba Anastasia sonriente mirándome por el retrovisor.
-Sí, servirá de distracción- murmure viendo los dibujos borrosos de los arboles que íbamos dejando atrás.
-Presiento que habrá buen clima- continuó.
Sonreí.

-Oh! Esta canción me encanta- dijo al momento que le subía el volumen a una música algo lenta que después estallo en baterías y luego transformándose en un ruido rítmico y pegajoso, para ser la primera vez que lo escuchaba no estaba tan mal.
Llegamos a una zona muy alejada de la ciudad, Anastasia doblo una curva que pronto la carretera estaba adornada por varios árboles en forma de arco, era como un túnel de esos en los que no ves salida hasta que logras visualizar el resplandor del más allá.

-Pues, si que está metido esto- rompí el silencio, baje la ventanilla del auto para que entrara aire. -Sí, es algo así como nuestro escondite- apago el oxigeno y bajo la ventanilla también.
-¿Vienen a menudo?
-La mayoría de los sábados, si.
-¿Y qué hay de divertido?- pregunté mirando por fin la salida del largo túnel.
-Hay muchas cosas que se pueden hacer- pensó enseñando una sonrisa.
-¿Por ejemplo?
-Salto de acantilado, es lo que más hacen los chicos, lo intente una vez y no quise volver a hacerlo- se rió de sí misma, imagine por qué no lo había hecho más y me uní a su risa.
-¿Qué mas hacen?
-Contar historias de terror, cantar alrededor de la fogata, bañarse en el mar, pescar y lo que se te antoje hacer- chilló más contenta de lo que iba.

Era divertido hablar con Anastasia, siempre tenía su toque alegre y veía todo de una manera positiva, cuando por fin contaba como mínimo cinco o seis pares de arboles para salir visualice la arena y mas allá una gran frontera azul con cientos de destellos, miles de estrellas iluminaban sobre el tranquilo mar.
-Bienvenido, Ethan- acogió –Ya verás que te vas a divertir- prometió.


Ahí estaba Ariadna quien nos hacía señas con su brazo izquierdo, más alejados estaban Sebastián y Damián. Anastasia estaciono su auto cerca de la Jeep amarilla de Damián.
-Hola Ari- salude cuando ya me había bajado del auto.
-¡Hola Ethan!- se abalanzó sobre mi –Hola Ana- la abrazó
-Hola Ari- saludo contenta.
-Los muchachos se están preparando para saltar desde el acantilado- aviso Ariadna.
-¡¡Genial!!- chillo Anastasia
-Eso me preocupa, hace que me ponga nerviosa.
-Tranquila Ari, ya sabes que todos los chicos raros hacen ese tipo de cosas.
Cuando los chicos se acercaron me alarme, en sus mentes tenían pensado algo macabro, mire la media luna montañosa a lo lejos.
-Escuche que hablaban de nosotros- se acerco Sebastián seguido de Damián con una enorme sonrisa.
-¡¿Jeee Ethan, te unirás a nosotros para saltar?!- me invitó Damián dándome unas palmadas en el hombro sacándome de mi distracción.
-No, yo…todavía quiero seguir viviendo- dije con una risa nerviosa cuando vi de nuevo la colina rocosa.
-Venga, no tienes que temer- me jaló Sebastián del brazo izquierdo.
-Sí…te has venido a divertir, y que mejor forma que tomando riesgos- me jaló Damián del brazo derecho.
-Pero no me siento con el valor suficiente para…
-No sentirás nada, te lo prometemos- decía Sebastián guiñándole un ojo a Damián, eso hizo que me alarmara aun mas.

Ariadna y Anastasia nos pisaban los talones, estaban cuchicheando y riendo, Damián me recordaba una y otra vez que no moriría en el salto y Sebastián solo dejaba salir unas cuantas risas maliciosas, yo me sentía como el pavo que va a ser asado para la cena de acción de gracias.

Llegamos a la colina, donde el viento azotaba fuertemente y el sol calentaba un poco mas desde ahí, logre ver un punto escarlata y un punto mostaza, eran el auto y el jeep, me percate de la altura de la colina y sentí como la sangre huía de mi cara.
-Te has puesto pálido, Ethan- hablo Ariadna mirándome preocupada.
-Se le pasara cuando caiga- dijo Damián con despreocupación.
Perdí la noción del tiempo cuando vi la altura del acantilado, las olas rompían debajo de una forma violenta, el mar se veía oscuro y las verdosas rocas amenazadoras, no entendía cómo es que les gustaba saltar desde ahí, pronto entendí el por qué Anastasia no había saltado mas.
-Es parte de la diversión- animo Sebastián mientras fijaba su vista hacia las rocas que estaban abajo –Sentir esa adrenalina.
-¿Han muerto personas aquí?- murmure por lo bajo, note cuando mi voz se quebró a mitad de pregunta.
-No muchas, solo unas treinta personas o treinta y cinco tal vez- respondió Damián con suficiencia.
Mis ojos se abrieron de par en par cuando escuche la cantidad.
-Es broma, Ethan, muy pocos han muerto- alivió Ariadna dándole un zape a Damián quien ágilmente esquivó.
-Bueno, a saltar se ha dicho- concluyó Sebastián haciendo un ademan con la mano –Apartaos que el rey del acantilado va a saltar.
-Te quitare ese título- amenazó Damián haciéndose a un lado.

Sebastián se alejo para coger impulso, nos miro por última vez, corrió, saltó y en un abrir y cerrar de ojos ya no estaba, solo se escucho un grito de júbilo y emoción, segundos después se escucho el ¡¡SPLASH!! Anastasia y Ariadna aplaudían dando brinquitos, me asome a duras penas con el más mínimo cuidado de no caerme para ver si ya había salido, pero no lograba verle.
-¿Por qué no sale aun?- pregunte preocupado.
-Pronto saldrá, mientras hazte a un lado, es mi turno de saltar, y luego vendrás Tú- hizo énfasis en mi persona. Se preparó para hacer su glorioso salto. Me hice a un lado rápidamente en el momento en que este tomaba impulso.

Ariadna le deseo suerte cuando Damián comenzó a correr, unos cuantos segundos pasaron cuando ya se había perdido de vista colina abajo profiriendo un sonoro grito de aprobación y emoción, otro ¡¡SPLASH!! Audible agudizó mis oídos y me di por vencido, a estos dos locos les gustaba el riesgo de verdad, sonreí y me acerque a las muchachas.
-No temas, o ellos mismos te lanzaran- dijo Anastasia riendo anchamente.
-No tienes que hacerlo si no quieres, Ethan- me dio unas palmadas Ariadna, pero ese sentimiento de alivio que empezaba a experimentar cesó cuando Sebastián apareció gritando mi nombre.
-¡¡Es tu turno de saltar!!- gritó aun mas cuando lo tenía cerca –Venga, hecha tu ropa a un lado.
-¿Pero por dónde has salido?- dije sorprendido –No he visto salida- gemí
-Nade hasta la playa, es la única salida…vamos, no mas distracciones- continuo perdiendo la paciencia. Ariadna le dedico una mirada de desaprobación.
-P-pero…- titubeé
-Pero nada, venga.

Rendido me quite los zapatos con toda la lentitud posible.

-¡Que no vas a la guillotina, hombre!- insistió Sebastián.
-¡El agua esta deliciosa, Ethan!- gritó Damián apareciendo a paso veloz.
Me quite la franela, y luego la bermuda quedando medio desnudo.
-Vamos, vamos- me empujaban ambos –Coged impulso ahí, cuentas hasta diez y sin pensarlo corres con fuerza- indico Damián. Solo pude asentir, mi mente quedo en blanco –No cierres los ojos hasta que hallas saltado, ¿vale?- moví mi cabeza de arriba abajo.
-Tomas suficiente aire- aviso Sebastián.
A unos treinta pasos de impulso vi la muerte y no había hecho aun mi testamento.
-¡¡Vamos Ethan, tu puedes!!- gritaba Anastasia saltando, Ariadna aun no estaba muy contenta.


Hice una mueca mostrando mi nerviosismo al tratar de sonreír, tragué saliva y me centre en el acantilado, comencé a dar pasos débiles que luego fui acelerando, sentía que el camino se alargaba mientras yo mas corría, corrí con más fuerza y al llegar al abismo salté.

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