viernes, 22 de mayo de 2009

La Masacre De Transilvania.




-¿A dónde fueron?- pregunté
-Se alojaron en una cueva- respondió
-Pobre de los habitantes de Transilvania- dijo Ariadna con voz quebrada.
-Ninguno de los habitantes de la aldea sobrevivieron- siseó Damián macabramente.
-¡¿Qué?!- se sorprendió Anastasia, Damián le miró por un segundo y continuó la historia.

Cuando el vampiro no encontraba lo que buscaba se volvió loco, mató a todos los que se cruzaban en su paso, bebía su sangre, y los dejaba tirados como si de basura se tratase.

-¡Eso es horrible!- ahogó un grito Ariadna.
-Eso no es nada, el solo había matado a poca gente ahí- se encogió de hombros –Un aldeano carpintero vió cuando el vampiro asesinaba a su única hija, el invasor le persiguió cuando el aldeano echó a correr pidiendo auxilio con toda la voz que pudo.

-¿Qué le paso al carpintero?- pregunté deseando que se hubiera salvado.
-Murió…el vampiro le torció el cuello por su imprudencia, pero era demasiado tarde, los aldeanos gritaban y corrían a todos lados, unos cuantos trataron de apresar al sujeto pero este podía con todos a la vez, esa noche asesinó sin contemplación alguna, murieron niños, jóvenes, adultos, ancianos, ¡¡había sangre en todas partes!!

-Que gustazo el de él- se rio Sebastián, Anastasia le zapeó.
-Esa fue la peor masacre que pudo haber, murieron muchas personas inocentes- murmuró por lo bajo.
-¿Qué pasó con Yonica y Nettie?- pregunto Anastasia.
-Estaban ocultas, no sabían lo que pasaba a sus espaldas por que estaban lo suficientemente lejos del pueblo, tomaron su viaje al este, sin mucho éxito, pues el vampiro las encontró, siguió su aroma después de acabar con Transilvania, solo quedaban estas dos sobrevivientes y al igual que todos tenían que morir, pero algo le detuvo, y fue la belleza y el delicioso aroma las que evitaron que este les tocara un pelo, Yonica y Nettie eran tan bellas como Casandra, y olían como ella. El vampiro se las llevó a Inglaterra, donde también las convertiría en sus esposas.

Casandra al verlo llegar con sus hermanas le rogó que no le hiciera lo mismo que a ella, pero este no le prestó la mas mínima atención, ahora las tres pertenecían a él. Yonica con el tiempo comenzó a sentir cierto afecto por las atenciones y las comodidades que le ofrecía el vampiro, pues ahí en la castillo de la colina tenía todo lo que había deseado, lujos y riquezas, de las tres hermanas ella era la más codiciosa. El vampiro las mantuvo vivas poco tiempo, quería conservarles para siempre, ya era hora, bajo cierto engaño se llevó a Nettie donde experimentó el dolor mas grande, luego se llevo a Yonica, sin necesidad alguna de engañarle, pues esta obedecía a todo lo que él decía, se arrepintió de haberlo hecho después.

Casandra, que se mostraba rebelde a seguirle no tuvo otro remedio que huir, le costó salir de esa prisión pero aun así lo logró. Se internó en una ciudad disfrazándose y cambiándose de nombre, había dejado de ser Casandra, ahora era Phoebe.

-Pero igual la iba a descubrir fuera a donde fuera, ¡por su olor!- espetó Ariadna ceñuda.
-Y lo hizo, él la descubrió sin ninguna dificultad, y se la llevó de nuevo a la mansión- continuó algo molesto por la interrupción –Él podía con ella, como había dicho antes, era muy fuerte, la lastimó en el forcejeo pero aún así logro morderla, Casandra agonizante sin saber que le sucedía a su cuerpo lo maldijo entre dolores, el vampiro solo reía mientras la veía retorcerse. Ahora Casandra, Yonica y Nettie eran como él, pálidas, y frías, eran vampiras, muertas en vida.

Casandra juró vengarse, y decidió asesinarlo, las hermanas se unieron y se apoyaron aún mas, sin importar lo poco que Yonica sentía todavía por él, de todas formas ella amaba sus riquezas, y una vez muerto todo les quedaría a ellas tres, planearon atacarle sorpresivamente, y lo lograron, juntas asesinaron a su único esposo y lo dividieron en partes.

-¡Pero eso es espantoso!- chilló Anastasia escondida detrás de Sebastián.
-Cada parte de su cuerpo lo enterraron en diferentes rincones de Inglaterra específicamente en los cuatro puntos cardinales, temían que se uniera de nuevo, cualquier cosa podía esperarse de aquella bestia. Ahora solas continuaron su vida como Las Damas de la Colina, asesinando continuamente para saciar su sed.

Se alejaron de Inglaterra para buscar un hogar en Francia a mediados del siglo XVIII. Donde una desconocida apareció, vampira e igual de hermosa, aunque de ella no se mucho, de hecho nada, solo que era diferente y abandono a las hermanas tiempo después, ¿Quién era esa vampira? Nunca se supo su nombre, así como vino se fue… Cierta tarde cuando Casandra deambulaba por el bosque, el aroma de la sangre caliente de un humano la hipnotizó, había algo en el que olía diferente, era una mezcla de dos cosas, lo ligero y lo pesado; no, no una mezcla, sino una unidad y además sutil y débil, sólido y denso al mismo tiempo, esa sangre latente que invadía su sensible nariz la volvía loca, era tan fresco como la brisa marina, cruzó varias millas para llegar hasta el origen del olor. Tan penetrante aroma emanaba de un muchacho, deseó matarlo pero a la vez conservarlo, su aroma era exquisito y tentador.

Era un chico de diecisiete años de edad, desgarbado y alto, piel clara y cabellos rubios de brillantes ojos verdes, el chico atendía en una granja, vivía solo con su abuelo de crianza y se llamaba Christopher Peep. Decían que él hacia pactos con espíritus en el bosque, y sus amigos eran los lobos, desde pequeño sentía adoración por estos animales salvajes que nunca hicieron el intento de comérselo, todo lo contrario, lo trataban como a uno mas de sus cachorros, los ciudadanos le llamaban “El niño lobo” y lo trataban mal por considerarlo extraño.

Casandra, lo compró a su abuelo para que le sirviera, así lo tendría siempre cerca y podía olerlo a toda hora, después de comprarlo asesinó a su único pariente quedando instantáneamente huérfano. Nettie y Yonica no estaban muy de acuerdo de mantener a un mortal, pues el chico era una droga y para ellas era necesario matarlo, algo había en el que les repugnaba a la vez que les agradaba, pero la hermana mayor no hizo caso, aún lo quería para jugar con él. Nettie escondida de Casandra intentó matar al chico, sin mucho éxito. Christopher era astuto y sedujo a la vampira menor para escapar. Sabedor de lo que le esperaba prefirió actuar primero e intentó matar a las hermanas, las traicionó delatando la presencia de vampiras en la ciudad.

Los ciudadanos encendieron antorchas y se armaron de hachas para cazar a las inmortales, Christopher aprovechando la distracción escapó. Casandra sintiéndose insultada fue detrás del muchacho y lo torturó, mordió su cuello y bebió su sangre, era el néctar que ella había deseado pero que se había resistido a probar, ya no había marcha atrás, molesta por la traición de este sin contemplación le quitó la vida, ya no olería jamás un exquisito aroma como ese. Y eso la mantuvo airada.

-¿Como intentaron matar a las vampiras?- pregunté prestando más atención –Ella podía más que ellos, fácilmente los harían polvo.
-Bueno, ciertamente en esa época las personas creían que los vampiros morían si les enterrabas una estaca en el corazón, o si les rociabas agua bendita- respondió Damián…
¿Morirían los Hawkind si intentara hacer eso con ellos?- Me pregunté.

-¿Qué pasó después?- pregunto Sebastián.
-Bueno, ellas fueron quemadas después de encontrar el cuerpo de Christopher, hasta donde sé- contesto Damián haciendo una mueca.
-¿Quemadas?- pregunté incrédulo.
-Si…quemadas en la hoguera- miró la fogata.
-Es la historia más horrible que he escuchado- jadeó Anastasia.
-Ya es tarde, deberíamos estar camino a casa- miro el reloj Ariadna –Pasan de las nueve y quince.
-Sí, será mejor que nos vallamos- acepto Sebastián levantándose y dándose un buen estirón.
-Ethan, te llevaré a casa- ofreció Anastasia.
-Si…gracias- me levanté, estaba entumecido, era una historia muy entretenida pobre Christopher y pobre de los ciudadanos de Transilvania, pero tenía dudas sobre la muerte de las vampiras, había sido tan fácil que no me resultaba creerlo.

-Ethan, pronto iré a tu casa para visitar a Wendy… ¿puedo?- preguntó animado Damián.
-Pues claro que si, es tu casa, lo sabes- aprobé –Puedes ir las veces que quieras, no tienes ni que preguntar.

Sebastián apagó la fogata y pronto todos nos íbamos, Ariadna se vino con nosotros e iba charlando con Anastasia de lo más contenta por el día que había pasado, me despedí de ellas en lo que llegamos a la puerta de mi casa, estaba molido y solo quería acostarme a dormir, salude a mamá que estaba de pie en las escaleras con el inalámbrico en la mano.

-Ha llamado la señora Queen… ¿se puede saber donde han estado metidos?- interrogó molesta.
-Solo hemos estado en la playa con otros tres amigos mamá- respondí con despreocupación.
-¿Pero has visto la hora que es?- insistió –¡¡Son casi las diez!!
-No nos pasó nada, y no hicimos nada malo- solo arriesgar mi vida en el acantilado. Le dí un beso en la mejilla y subí las escaleras.

Se quedó mirándome mientras iba directo a mi cuarto, cuando entre cerré la puerta con seguro, la cama me llamaba y obedientemente me eché sobre ella, sin darme cuenta ya estaba profundamente dormido.

...Vestía una levita de color oliva, camisa blanca, medias de seda blanca, zapatos marrones de hebilla y un peluquín atado con un lazo negro. Caminaba por la Rue des Marais en una callejuela de Paris, tenebrosa cuya anchura se podía medir con los brazos abiertos, donde solo habían personas de trajes llamativos, pelucas blancas, vestidos adornados, costaba pasar con tantas personas ahí, ¡Era asfixiante! Camine hasta llegar a una plaza, cerré los ojos para relajarme y tomar aire y al abrirlos la plaza había desaparecido, solo habían arboles alrededor y un perfecto radio circular donde me esperaba una hermosa mujer, llevaba un vestido dorado y su cabello recogido en un elegante moño con unos cuantos bucles negros caídos, tenía un abanico en la mano y muchos collares de oro puro que adornaban su garganta…cuando me acerque a ella desapareció, donde hace minutos estaba ella se encontraba el cadáver de un chico rubio con infinitas mordidas rodeado de siete lobos grises muertos...

Desperté sobresaltado por el sueño que había tenido, miré a mi alrededor buscando lo inexistente, todavía estaba oscuro, respiré hondo y volví a cerrar mis ojos… tenia que pensar en una manera de saber mas sobre los vampiros, pero ya averiguaría sobre ellos luego, por ahora solo quería volver a dormir.

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