
No podía describir muy bien la sensación que sentía mientras caía, abrí mis brazos y junté mis piernas, cerré mis ojos y me dejé llevar, sentía un nudo en la garganta, y como mi estómago se contraía, sentía como hormiguillas en el cuerpo, el aire me azotaba en la cara, intenté gritar pero no encontraba mi voz.
El contacto con el agua agudizó aun mas esa sensación en el estómago, millones de burbujitas subían de todas direcciones, me relajé antes de comenzar a mover los pies para buscar la superficie mientras comenzaba a bajar cada vez más, el mar estaba completamente negro y la corriente no estaba tan fuerte, todo estaba en silencio, solo en mis oídos tenía ese molesto “diiiin” tan agudo y penetrante, ya perdía el poco aire que tenía en mis pulmones, cuando toqué con mis pies unas cuantas rocas me di cuenta de que había tocado el fondo, miré hacia arriba pero con la vista borrosa no veía superficie alguna, me impulsé con las mohosas y resbalosas piedras y comencé a nadar, era algo difícil ya que la corriente me movía de un lado a otro.
Salí al ancho mar tomando todo el aire que pude, me alegre de poder respirar por fin, busque la orilla con la mirada y cuando estuve orientado nade. Cuando llegue arrastrado a la orilla y respirando con dificultad vi la colina rocosa y me reí de mi mismo, me levante y corrí todo lo que pude casi juraría que estaba caminando para llegar de nuevo con los muchachos, otro grito escuche de Sebastián a lo lejos, ya había saltado el también, jadeando llegue y Anastasia corrió para recibirme, Ariadna suspiro aliviada.
-¡¡Te dije que podrías!!- gritó Anastasia cuando me daba un abrazo casi asfixiante.
-S…si- trate de decir –Me…cuesta…respirar
-Oh, lo siento- me soltó.
-¡¡No estuvo tan mal eh!!- me palmeo Damián con una enorme sonrisa –Saltaras de nuevo… ¿Verdad?
-¡No!- farfulle con mis ojos desorbitados.
-Tranquilo, solo es broma…lo habéis hecho bien para ser tu primer salto- hizo un mohín.
-¡Seguro!- chillé con alivio
-Pero la próxima vez grita, veras que bien se siente- dijo por ultimo al momento que empezaba a correr para saltar.
-Has salido vivo eh, Ethan- se acercó Ariadna
-Si- siseé. Me acerque a buscar mi ropa y la puse sobre la roca en la que estaban sentadas las chicas, espere a que el viento me secara para luego vestirme.
Sebastián y Damián siguieron saltando unas cuatro o cinco veces más, ya eran las tres o cuatro de la tarde y ninguno de nosotros cinco habíamos almorzado, bajamos de la colina y nos acercamos a los vehículos, Sebastián y Damián charlaban sobre quien había saltado mejor, mientras Anastasia y Ariadna apresuraban su paso, yo mientras tanto a pesar de mi firmeza al caminar, me sentía como si aun estuviera debajo del agua siendo movido por la corriente.
El contacto con el agua agudizó aun mas esa sensación en el estómago, millones de burbujitas subían de todas direcciones, me relajé antes de comenzar a mover los pies para buscar la superficie mientras comenzaba a bajar cada vez más, el mar estaba completamente negro y la corriente no estaba tan fuerte, todo estaba en silencio, solo en mis oídos tenía ese molesto “diiiin” tan agudo y penetrante, ya perdía el poco aire que tenía en mis pulmones, cuando toqué con mis pies unas cuantas rocas me di cuenta de que había tocado el fondo, miré hacia arriba pero con la vista borrosa no veía superficie alguna, me impulsé con las mohosas y resbalosas piedras y comencé a nadar, era algo difícil ya que la corriente me movía de un lado a otro.
Salí al ancho mar tomando todo el aire que pude, me alegre de poder respirar por fin, busque la orilla con la mirada y cuando estuve orientado nade. Cuando llegue arrastrado a la orilla y respirando con dificultad vi la colina rocosa y me reí de mi mismo, me levante y corrí todo lo que pude casi juraría que estaba caminando para llegar de nuevo con los muchachos, otro grito escuche de Sebastián a lo lejos, ya había saltado el también, jadeando llegue y Anastasia corrió para recibirme, Ariadna suspiro aliviada.
-¡¡Te dije que podrías!!- gritó Anastasia cuando me daba un abrazo casi asfixiante.
-S…si- trate de decir –Me…cuesta…respirar
-Oh, lo siento- me soltó.
-¡¡No estuvo tan mal eh!!- me palmeo Damián con una enorme sonrisa –Saltaras de nuevo… ¿Verdad?
-¡No!- farfulle con mis ojos desorbitados.
-Tranquilo, solo es broma…lo habéis hecho bien para ser tu primer salto- hizo un mohín.
-¡Seguro!- chillé con alivio
-Pero la próxima vez grita, veras que bien se siente- dijo por ultimo al momento que empezaba a correr para saltar.
-Has salido vivo eh, Ethan- se acercó Ariadna
-Si- siseé. Me acerque a buscar mi ropa y la puse sobre la roca en la que estaban sentadas las chicas, espere a que el viento me secara para luego vestirme.
Sebastián y Damián siguieron saltando unas cuatro o cinco veces más, ya eran las tres o cuatro de la tarde y ninguno de nosotros cinco habíamos almorzado, bajamos de la colina y nos acercamos a los vehículos, Sebastián y Damián charlaban sobre quien había saltado mejor, mientras Anastasia y Ariadna apresuraban su paso, yo mientras tanto a pesar de mi firmeza al caminar, me sentía como si aun estuviera debajo del agua siendo movido por la corriente.
-Damián ve a por las cañas- ordeno Sebastián –Hare la fogata- sonrió
-Ethan, ven a pescar conmigo…o te quedaras chismoseando con Ana y Ari- se burlo Damián, las chicas lo fulminaron con la mirada y yo solo me pude reír. Me fui con Damián al muelle a pescar.
-Que ha sido divertido lo del salto- rió Damián aun recordando mi pálida cara.
-Sí, claro- dije algo riendo también al imaginarme.
Pescamos lo suficiente como para quedar satisfecho los cinco, Sebastián ya tenía encendida la fogata y las muchachas venían con ramillas para pinchar el pescado, nos sentamos en círculo sobre unos cuantos troncos y comenzamos a charlar hasta que Damián propuso contar una historia.
-¿Sobre qué?- quiso saber Anastasia
-¿Han escuchado la historia de las damas y el hombre de la colina?- quiso saber Damián.
-No- dijimos todos casi al unísono.
-Bueno, esto se dice que paso hace millones y millones de años, podría decirse que en el siglo XV- comenzó con aire sabio –Cuenta la historia de tres hermanas pastorcillas que vivían en una pequeña aldea al sur de Transilvania, eran pobres en riquezas pero ricas en belleza, todas las jóvenes del pueblo les tenían envidia y las odiaban, pero por obra de la hipocresía no demostraban la rabia que les tenían a las hermosas damas, lo curioso es que había algo misterioso en ellas.
-¿Qué era eso misterioso?- quiso saber Ariadna
-Que las tres hermanas tenían un aroma único, siempre olían a rosa y lavanda, sin la necesidad de bañarse en perfume- siguió -Un día llega a la aldea un hombre, cuya palidez como la nieve llamaba la atención de todos los que le miraba, aparentaba treinta y un años de edad, y su nívea piel era el resplandor de la luna, las doncellas quedaban hechizadas ante tanta hermosura de aquel sujeto, Casandra la hermana mayor contaba con dieciocho años de edad cuando aquel hombre se fijó en ella, hizo mil y un intento para conquistarle, pero algo había en ella que no caía bajo sus hechizos.
El hombre perdía la cabeza, estaba obsesionado con la belleza de la chica, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para poseer a aquella ninfa que dejaba sin aliento a más de un mortal, consiguió raptarle dejando su rebaño de ovejas y llevársela lejos de todo ambiente pueblerino, sumergidos en lo más profundo del bosque deseo su cálida piel, los gritos de auxilio no llegaban a los oídos de ningún ser para rescatarla.
Los ojos de Anastasia se desorbitaron cuando Damián hacia un gesto de decepción, Ariadna se llevo una mano a la boca.
-Descuida, no hizo nada exagerado si eso están pensando- continuo Damián mirándolas con calma –Aquel hombre tenía planes para ella, quería conservarla jovial y hermosa, tal cual era, se la llevo de Transilvania al norte de Inglaterra. Casandra estaba aterrada, no sabía cuál sería su destino, solo sentía odio y tristeza, el pálido caballero la llevo a vivir en un enorme castillo que parecía haber nacido de una colina, se veía tenebroso a simple vista "Pronto te acostumbraras a tu nueva vida, como dama y señora"
Una vez ahí aquel desconocido la hizo su esposa, y luego su mujer, Casandra solo sentía asco y repulsión por aquel maldito ser, había dejado de ser una niña y se había convertido en una mujer brusca y llena de odio, aquel sujeto tenía una fuerza brutal y era tan duro como el mármol, él tenía una identidad oculta. Casandra investigó sobre el todo lo que pudo hasta descubrir lo que aquel maligno ser era…un vampiro.
Anastasia agarro el brazo de Sebastián tan fuerte que este se quejo de dolor, Ariadna solo tenía un aire pensativo, yo estaba metido por completo en la historia.
Ella ocultó de lo que era sabedora, destinada a que pronto moriría, no quedaba resignación, iba a morir lejos de su hogar y su única familia, sus hermanas. Aquel vampiro inocente de la sabiduría de Casandra, se dedico a tratarla con el único deseo que solo se veía en su escarlata mirada. Era lógico: pálido, fuerte, hermoso, jovial y olor penetrante dulzón…por qué no se había dado cuenta antes de lo que aquel ser era, un demonio.
Poco tiempo después comenzaba a estar inconforme de tener a una sola novia, decidió buscar otra, planeo ir al sur de África donde había mujeres de piel oscura tan bellas como diosas griegas, o al éste de Asia donde podía conseguir a tan joviales damas de cultura exótica. Pero su codicia por coleccionar mujeres hermosas pasaba fugazmente por su mente. Casandra le rogó volver a Transilvania, pero este le negaba de manera brusca regresar a ese lugar.
El vampiro tomo la idea de ir a esa aldea, donde había encontrado a su esposa, y decidió viajar solo, cuando llegó las jóvenes damiselas estaban encerradas en sus cabañas, habían declarado toque de queda desde la desaparición de Casandra. Habían mandado a quemar a los hombres desconocidos que deambularan por la zona, incluso, habían mandado a matar a todos los lobos que se encontraran en el bosque. Aquel níveo bípedo estaba embriagado por los aromas de las niñas vírgenes quinceañeras, planeo poseerlas a todas, disfrutaría de un gran banquete bebiendo su sangre.
Yonica que contaba con diecisiete años de edad y su pequeña hermana Nettie de quince, ambas hermanas de Casandra, se vieron en peligro cuando misteriosamente comenzaron a aparecer cadáveres desnudos, ultrajados y desmembrados de pequeñas pastorcillas doncellas. Las dos hermanas planearon huir de Transilvania lo más lejos posible, pues temían por su vida...
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