Las horas pasaban y había olvidado que tenía que cenar, el estómago me rugía ferozmente, me eché fuera de la habitación imaginando cual había sido la cena que había preparado mamá, todas las luces de la casa estaban apagadas ¿Qué hora era que todos dormían?...sorprendido del tiempo que había perdido leyendo, lo que había sido un defraude total, llegué a la cocina, caminé directo al refrigerador, lo abrí y en el centro de la nevera estaba mi cena, la tomé y la metí en el microondas para calentarla, me apoyé del mesón con los brazos cruzados.
El grupo de vampiros había sobrepasado los límites, habían asesinado lo suficiente y nosotros se los habíamos permitido, a este tema había que ponerle un punto final, pero… ¿Dónde se había metido el mayor Alph? ¿Por qué no había hecho lo prometido? Se suponía que iríamos a enfrentar a los vampiros a la mañana siguiente, y nunca fuimos, pero ¿Qué estábamos esperando? ¿¡Otro asesinato!? -probablemente- ¿Pero, quien sería el siguiente? ¿A quién tenían que matar para poner por fin un ultimátum?...todo estaba fuera de control, lo que había averiguado sobre sanguinarios no servía de nada porque era algo realmente estúpido, simples leyendas que no valía la pena ponerlas en prácticas tratándose de algo serio… recordé de nuevo la historia de Damián. Era todo lo que tenía en mente, a las tres hermanas: Yónica, Casandra y Nettie, ya no lo soportaba mas, las veía quemándose en la hoguera riéndose de los pueblerinos.
Mi padre tenía que hacer algo de una vez para detener esto…el mayor Alph, el lobo marrón a quien imaginaba como un anciano de cabellos blancos, se había lavado las manos, o en este caso las patas. La noche de la reunión cuando hablaba sonada decidido y sabio, era reconfortante, un gran líder hasta que la reunión fue interrumpida por cazadores, desde esa noche no habíamos vuelto a saber de él ¿Los cazadores le habrían disparado? No, no creo, de todos los lobos él era el más rápido, a pesar de ser un anciano, pero entonces que estaría tramando, a que se debía su desaparición, los meses habían pasado y nada se sabía de él o de su petulante seguidor Jef, un lobo rojizo y con una enorme cicatriz, era extraño no saber de él tampoco, pero ¿Cuándo fue que se descontroló todo? Quise poner en orden mis pensamientos. Un agudo sonido que venía del microondas me sacó de mi meditación, a pesar de ser bajo hizo eco en toda la cocina, temí despertar a alguien. Mi cena estaba caliente, lista para digerir. Saqué el plato y me senté en la mesa para probar el primer bocado de lasaña.
>>Primero, asesinan a un chico en el bosque, y nos echaron la culpa de todo, principalmente a mí porque encontraron unos cuantos pelos de lobo gris. Y por esa negligencia no podemos transformarnos constantemente en lobos para salvarnos de los cazadores.
>>Segundo somos emboscados por los susodichos, una persecución penosa, esa noche temí que hirieran a uno de mis hermanos, todo se había convertido en un total desastre, lobos corriendo a todos lados ladrando y aullando temiendo por sus vidas, todo un matiz de colores, un retrato vivo de la desesperación.
>>Tercero, desaparece el lobo mayor, sinceramente algo desalentador.
>>Cuarto, mueren más de veintiocho chicos víctimas de hambrientos muertos vivientes. Pasan los meses y nosotros los licántropos no hacemos nada al respecto.
-¡Vaya cosa!- reproché.
Era desesperante todo este asunto, y eso poniendo a parte a mi visitante misteriosa, las dos noches que había tenido encuentro con ella no me había afectado su aroma en absoluto, no había podido entrar en su mente y no había podido ver su rostro, pensar que había desaparecido no me tranquilizaba, estaba cerca y eso lo presentía, solo podía relacionarla con un miembro Hawkind, pero había algo que no encajaba en el rompecabezas de mis dudas.
Me lo preguntaba una y otra vez, pero no encontraba una respuesta razonable: ¿Por qué estar cerca de una vampira desconocida no me quema la nariz y al acercarme a Hawkind siento repulsión y asco? ó ¿Por qué entro en la mente de todos los vampiros y al entrar a la mente de Alissa, me bloqueo completamente sintiéndome vulnerable por no poder escuchar sus pensamientos…llega mi visitante desconocida y tampoco puedo leer lo que piensa? y ¿Por qué no le soy repugnante a mi invasora pero al ver a los Hawkind, noto como ellos arrugan sus pálidas caras? ¿Estarán fingiendo que les repugnamos para despistarnos?...no encontraba sentido a mis preguntas mezcladas con una posible respuesta.
Levanté la vista hacia el ventanal de la cocina y me sumergí en el cielo, la luna cuarto menguante apenas iluminaba. Mis conclusiones seguían viajando de manera distraída.
-No deberías estar despierto a estas horas, Ethan- me envaré en la silla atragantándome del susto.
-Ni tú, que haces levantado, Andy?- le miré tratando de tragar.
-Tenía sed- se encogió de hombros.
-Y yo hambre- me reí después de poder engullir.
-Vale, pero si viene mamá te ganarás una riña, así que…- bebió jugo de naranja, lo saboreó y después trago con gusto haciendo ruido al tomarlo -…Es mejor que subas.
-En un rato- lo miré desaparecer de la cocina…me levanté y lavé el plato, el reloj del micro marcaba la una y diez de la madrugada, ver la hora me dió sueño de repente y subí a mi habitación.
El grupo de vampiros había sobrepasado los límites, habían asesinado lo suficiente y nosotros se los habíamos permitido, a este tema había que ponerle un punto final, pero… ¿Dónde se había metido el mayor Alph? ¿Por qué no había hecho lo prometido? Se suponía que iríamos a enfrentar a los vampiros a la mañana siguiente, y nunca fuimos, pero ¿Qué estábamos esperando? ¿¡Otro asesinato!? -probablemente- ¿Pero, quien sería el siguiente? ¿A quién tenían que matar para poner por fin un ultimátum?...todo estaba fuera de control, lo que había averiguado sobre sanguinarios no servía de nada porque era algo realmente estúpido, simples leyendas que no valía la pena ponerlas en prácticas tratándose de algo serio… recordé de nuevo la historia de Damián. Era todo lo que tenía en mente, a las tres hermanas: Yónica, Casandra y Nettie, ya no lo soportaba mas, las veía quemándose en la hoguera riéndose de los pueblerinos.
Mi padre tenía que hacer algo de una vez para detener esto…el mayor Alph, el lobo marrón a quien imaginaba como un anciano de cabellos blancos, se había lavado las manos, o en este caso las patas. La noche de la reunión cuando hablaba sonada decidido y sabio, era reconfortante, un gran líder hasta que la reunión fue interrumpida por cazadores, desde esa noche no habíamos vuelto a saber de él ¿Los cazadores le habrían disparado? No, no creo, de todos los lobos él era el más rápido, a pesar de ser un anciano, pero entonces que estaría tramando, a que se debía su desaparición, los meses habían pasado y nada se sabía de él o de su petulante seguidor Jef, un lobo rojizo y con una enorme cicatriz, era extraño no saber de él tampoco, pero ¿Cuándo fue que se descontroló todo? Quise poner en orden mis pensamientos. Un agudo sonido que venía del microondas me sacó de mi meditación, a pesar de ser bajo hizo eco en toda la cocina, temí despertar a alguien. Mi cena estaba caliente, lista para digerir. Saqué el plato y me senté en la mesa para probar el primer bocado de lasaña.
>>Primero, asesinan a un chico en el bosque, y nos echaron la culpa de todo, principalmente a mí porque encontraron unos cuantos pelos de lobo gris. Y por esa negligencia no podemos transformarnos constantemente en lobos para salvarnos de los cazadores.
>>Segundo somos emboscados por los susodichos, una persecución penosa, esa noche temí que hirieran a uno de mis hermanos, todo se había convertido en un total desastre, lobos corriendo a todos lados ladrando y aullando temiendo por sus vidas, todo un matiz de colores, un retrato vivo de la desesperación.
>>Tercero, desaparece el lobo mayor, sinceramente algo desalentador.
>>Cuarto, mueren más de veintiocho chicos víctimas de hambrientos muertos vivientes. Pasan los meses y nosotros los licántropos no hacemos nada al respecto.
-¡Vaya cosa!- reproché.
Era desesperante todo este asunto, y eso poniendo a parte a mi visitante misteriosa, las dos noches que había tenido encuentro con ella no me había afectado su aroma en absoluto, no había podido entrar en su mente y no había podido ver su rostro, pensar que había desaparecido no me tranquilizaba, estaba cerca y eso lo presentía, solo podía relacionarla con un miembro Hawkind, pero había algo que no encajaba en el rompecabezas de mis dudas.
Me lo preguntaba una y otra vez, pero no encontraba una respuesta razonable: ¿Por qué estar cerca de una vampira desconocida no me quema la nariz y al acercarme a Hawkind siento repulsión y asco? ó ¿Por qué entro en la mente de todos los vampiros y al entrar a la mente de Alissa, me bloqueo completamente sintiéndome vulnerable por no poder escuchar sus pensamientos…llega mi visitante desconocida y tampoco puedo leer lo que piensa? y ¿Por qué no le soy repugnante a mi invasora pero al ver a los Hawkind, noto como ellos arrugan sus pálidas caras? ¿Estarán fingiendo que les repugnamos para despistarnos?...no encontraba sentido a mis preguntas mezcladas con una posible respuesta.
Levanté la vista hacia el ventanal de la cocina y me sumergí en el cielo, la luna cuarto menguante apenas iluminaba. Mis conclusiones seguían viajando de manera distraída.
-No deberías estar despierto a estas horas, Ethan- me envaré en la silla atragantándome del susto.
-Ni tú, que haces levantado, Andy?- le miré tratando de tragar.
-Tenía sed- se encogió de hombros.
-Y yo hambre- me reí después de poder engullir.
-Vale, pero si viene mamá te ganarás una riña, así que…- bebió jugo de naranja, lo saboreó y después trago con gusto haciendo ruido al tomarlo -…Es mejor que subas.
-En un rato- lo miré desaparecer de la cocina…me levanté y lavé el plato, el reloj del micro marcaba la una y diez de la madrugada, ver la hora me dió sueño de repente y subí a mi habitación.
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-¡Pero qué demonios pasa!- gritó John frente al volante.
-Quien sabe?- movió la cabeza Wendy.
-¡Háganse a un lado!- tocaba la bocina. Pero la gente hacía caso omiso a nuestro apuro.
-Presiento que esto no está nada bien- habló Andy mirando por la ventanilla.
-Sera mejor que nos bajemos aquí, John… ¿John?- lo movió Wendy –¿John que pasa?- lo siguió moviendo. John estaba petrificado con la mirada perdida.
-¿John, que estás viendo?- se acercó Andy al asiento del conductor.
No pasó mucho tiempo para que nuestro hermano reaccionara, nos miró a todos tratando de explicarnos con la mirada lo que había visto.
-Es…es uno de mis compañeros de clases- habló distraído tratando de recordar lo que había visto.
-¿Qué paso con él?- pregunté ceñudo tratando de descifrar su mirada.
-Está en el gimnasio- dijo al fin.
-Ves que tu compañero está en el gimnasio, que interesante- bufó sarcástico Andy acomodándose otra vez en el asiento trasero.
-No, no me han entendido…con el está el vampiro Hawkind.
-¡¿Qué?!- gruñó Wendy.
-Será mejor que vallamos a ver qué sucede- hablé quitándome el cinturón de seguridad. John encontró un espacio libre en el estacionamiento de la secundaria y los cuatro nos bajamos entre la multitud que caminaban de un lado a otro. Miré buscando alguna cara conocida pero no podía con tanta gente tropezándome, Wendy me tomó de la mano y me guió hasta un espacio vacío que logré ver, la gente más se aglomeraba en ese punto hasta que entendí el por qué…había una cinta amarilla que dividía un gran tramo del edificio al estacionamiento, habían unos cuantos guardias con sus rifles en la mano para hacerse más intimidantes y poder controlar a los curiosos sedientos de evidencia.
-¿Cómo iremos al gimnasio?- pregunto Andy mirándonos en busca de solución.
-Veamos por la parte de atrás- propuso Wendy.
-Todo está atestado de gente- contradije.
-Caminemos a ver por el lado de la cafetería- desapareció John, sin más remedio le seguimos haciendo espacio entre las personas que tratábamos de apartar, y en efecto la cafetería estaba sola, solo una cinta amarilla nos dividía de ella pero lo mejor era que guardias no habían. Entramos agachados cuidando que no nos descubrieran, de vez en cuando Wendy echaba una ojeada para ver si nos veían de algún lado pero no había peligro alguno. Atravesamos la cafetería y la siguiente puerta nos dejaba cerca de la pequeña plaza de la secundaria…como suponía habían algunos guardias caminando de un lado a otro.
-Genial, el edificio completo está custodiado- se quejó Andy.
-Vamos por acá- indicó Wendy. Alejándose entre un pequeño callejón que dividía el edificio cuatro del edificio tres, pasamos sigilosamente, ya nos acercábamos al gimnasio, otros dos edificios más y listo.
-Cuando aquel guardia se aleje nos…
-¡Shh!- le tapo la boca John a Wendy, nos pegamos todos a la pared deseando no ser descubiertos, el director estaba caminando de un lado a otro nervioso tratando de hablar con uno de los guardias.
-¿Cuanto tiempo tardarán en llegar los forenses?- preguntaba el director con una risita histérica…
Dejé al descubierto mi ojo izquierdo para verlos alejarse.
-Se han ido- avisé.
-¡Bien!- echó a correr Wendy desapareciendo de nuestra vista.
-¡¡Wen…Wen!!- llamó John enojado –¡Te descubrirán, vuelve aquí ahora mismo!- pero no obedeció, siguió su ruta, Andy no lo pensó y corrió tras ella.
-Esto es de película- chilló ceñudo John.
-Ya conoces a Wendy, ama el peligro- me encogí de hombros indiferente – y Andy va por el mismo camino.
-Que buena influencia- se quejó.
-Qué más da, ya estamos aquí- mire por última vez para ver si estaba todo despejado, era un alivio que los guardias estaban del otro lado, empecé a correr.
-¡Pero qué demonios pasa!- gritó John frente al volante.
-Quien sabe?- movió la cabeza Wendy.
-¡Háganse a un lado!- tocaba la bocina. Pero la gente hacía caso omiso a nuestro apuro.
-Presiento que esto no está nada bien- habló Andy mirando por la ventanilla.
-Sera mejor que nos bajemos aquí, John… ¿John?- lo movió Wendy –¿John que pasa?- lo siguió moviendo. John estaba petrificado con la mirada perdida.
-¿John, que estás viendo?- se acercó Andy al asiento del conductor.
No pasó mucho tiempo para que nuestro hermano reaccionara, nos miró a todos tratando de explicarnos con la mirada lo que había visto.
-Es…es uno de mis compañeros de clases- habló distraído tratando de recordar lo que había visto.
-¿Qué paso con él?- pregunté ceñudo tratando de descifrar su mirada.
-Está en el gimnasio- dijo al fin.
-Ves que tu compañero está en el gimnasio, que interesante- bufó sarcástico Andy acomodándose otra vez en el asiento trasero.
-No, no me han entendido…con el está el vampiro Hawkind.
-¡¿Qué?!- gruñó Wendy.
-Será mejor que vallamos a ver qué sucede- hablé quitándome el cinturón de seguridad. John encontró un espacio libre en el estacionamiento de la secundaria y los cuatro nos bajamos entre la multitud que caminaban de un lado a otro. Miré buscando alguna cara conocida pero no podía con tanta gente tropezándome, Wendy me tomó de la mano y me guió hasta un espacio vacío que logré ver, la gente más se aglomeraba en ese punto hasta que entendí el por qué…había una cinta amarilla que dividía un gran tramo del edificio al estacionamiento, habían unos cuantos guardias con sus rifles en la mano para hacerse más intimidantes y poder controlar a los curiosos sedientos de evidencia.
-¿Cómo iremos al gimnasio?- pregunto Andy mirándonos en busca de solución.
-Veamos por la parte de atrás- propuso Wendy.
-Todo está atestado de gente- contradije.
-Caminemos a ver por el lado de la cafetería- desapareció John, sin más remedio le seguimos haciendo espacio entre las personas que tratábamos de apartar, y en efecto la cafetería estaba sola, solo una cinta amarilla nos dividía de ella pero lo mejor era que guardias no habían. Entramos agachados cuidando que no nos descubrieran, de vez en cuando Wendy echaba una ojeada para ver si nos veían de algún lado pero no había peligro alguno. Atravesamos la cafetería y la siguiente puerta nos dejaba cerca de la pequeña plaza de la secundaria…como suponía habían algunos guardias caminando de un lado a otro.
-Genial, el edificio completo está custodiado- se quejó Andy.
-Vamos por acá- indicó Wendy. Alejándose entre un pequeño callejón que dividía el edificio cuatro del edificio tres, pasamos sigilosamente, ya nos acercábamos al gimnasio, otros dos edificios más y listo.
-Cuando aquel guardia se aleje nos…
-¡Shh!- le tapo la boca John a Wendy, nos pegamos todos a la pared deseando no ser descubiertos, el director estaba caminando de un lado a otro nervioso tratando de hablar con uno de los guardias.
-¿Cuanto tiempo tardarán en llegar los forenses?- preguntaba el director con una risita histérica…
Dejé al descubierto mi ojo izquierdo para verlos alejarse.
-Se han ido- avisé.
-¡Bien!- echó a correr Wendy desapareciendo de nuestra vista.
-¡¡Wen…Wen!!- llamó John enojado –¡Te descubrirán, vuelve aquí ahora mismo!- pero no obedeció, siguió su ruta, Andy no lo pensó y corrió tras ella.
-Esto es de película- chilló ceñudo John.
-Ya conoces a Wendy, ama el peligro- me encogí de hombros indiferente – y Andy va por el mismo camino.
-Que buena influencia- se quejó.
-Qué más da, ya estamos aquí- mire por última vez para ver si estaba todo despejado, era un alivio que los guardias estaban del otro lado, empecé a correr.
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N: Y aquí termina otro cap, genial cierto?? Será que Ethan logrará las respuestas a sus preguntas? Son muchas cierto? Yo digo que entre toda esa maraña hay algo que se está perdiendo, espero lo vea pronto, por el bien de todos.
Les daré un pequeño adelanto del siguiente cap, se llama "Inocentes" el título habla por sí solo cierto?
Nos vemos en la siguiente actualización.
Vaya, hoy estoy de gran humor, a lo mejor será porque pronto tendré participación, ya sabrán de que hablo ;)
Besos mordelones ;)
Alissa.
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