viernes, 22 de mayo de 2009

La Masacre De Transilvania.




-¿A dónde fueron?- pregunté
-Se alojaron en una cueva- respondió
-Pobre de los habitantes de Transilvania- dijo Ariadna con voz quebrada.
-Ninguno de los habitantes de la aldea sobrevivieron- siseó Damián macabramente.
-¡¿Qué?!- se sorprendió Anastasia, Damián le miró por un segundo y continuó la historia.

Cuando el vampiro no encontraba lo que buscaba se volvió loco, mató a todos los que se cruzaban en su paso, bebía su sangre, y los dejaba tirados como si de basura se tratase.

-¡Eso es horrible!- ahogó un grito Ariadna.
-Eso no es nada, el solo había matado a poca gente ahí- se encogió de hombros –Un aldeano carpintero vió cuando el vampiro asesinaba a su única hija, el invasor le persiguió cuando el aldeano echó a correr pidiendo auxilio con toda la voz que pudo.

-¿Qué le paso al carpintero?- pregunté deseando que se hubiera salvado.
-Murió…el vampiro le torció el cuello por su imprudencia, pero era demasiado tarde, los aldeanos gritaban y corrían a todos lados, unos cuantos trataron de apresar al sujeto pero este podía con todos a la vez, esa noche asesinó sin contemplación alguna, murieron niños, jóvenes, adultos, ancianos, ¡¡había sangre en todas partes!!

-Que gustazo el de él- se rio Sebastián, Anastasia le zapeó.
-Esa fue la peor masacre que pudo haber, murieron muchas personas inocentes- murmuró por lo bajo.
-¿Qué pasó con Yonica y Nettie?- pregunto Anastasia.
-Estaban ocultas, no sabían lo que pasaba a sus espaldas por que estaban lo suficientemente lejos del pueblo, tomaron su viaje al este, sin mucho éxito, pues el vampiro las encontró, siguió su aroma después de acabar con Transilvania, solo quedaban estas dos sobrevivientes y al igual que todos tenían que morir, pero algo le detuvo, y fue la belleza y el delicioso aroma las que evitaron que este les tocara un pelo, Yonica y Nettie eran tan bellas como Casandra, y olían como ella. El vampiro se las llevó a Inglaterra, donde también las convertiría en sus esposas.

Casandra al verlo llegar con sus hermanas le rogó que no le hiciera lo mismo que a ella, pero este no le prestó la mas mínima atención, ahora las tres pertenecían a él. Yonica con el tiempo comenzó a sentir cierto afecto por las atenciones y las comodidades que le ofrecía el vampiro, pues ahí en la castillo de la colina tenía todo lo que había deseado, lujos y riquezas, de las tres hermanas ella era la más codiciosa. El vampiro las mantuvo vivas poco tiempo, quería conservarles para siempre, ya era hora, bajo cierto engaño se llevó a Nettie donde experimentó el dolor mas grande, luego se llevo a Yonica, sin necesidad alguna de engañarle, pues esta obedecía a todo lo que él decía, se arrepintió de haberlo hecho después.

Casandra, que se mostraba rebelde a seguirle no tuvo otro remedio que huir, le costó salir de esa prisión pero aun así lo logró. Se internó en una ciudad disfrazándose y cambiándose de nombre, había dejado de ser Casandra, ahora era Phoebe.

-Pero igual la iba a descubrir fuera a donde fuera, ¡por su olor!- espetó Ariadna ceñuda.
-Y lo hizo, él la descubrió sin ninguna dificultad, y se la llevó de nuevo a la mansión- continuó algo molesto por la interrupción –Él podía con ella, como había dicho antes, era muy fuerte, la lastimó en el forcejeo pero aún así logro morderla, Casandra agonizante sin saber que le sucedía a su cuerpo lo maldijo entre dolores, el vampiro solo reía mientras la veía retorcerse. Ahora Casandra, Yonica y Nettie eran como él, pálidas, y frías, eran vampiras, muertas en vida.

Casandra juró vengarse, y decidió asesinarlo, las hermanas se unieron y se apoyaron aún mas, sin importar lo poco que Yonica sentía todavía por él, de todas formas ella amaba sus riquezas, y una vez muerto todo les quedaría a ellas tres, planearon atacarle sorpresivamente, y lo lograron, juntas asesinaron a su único esposo y lo dividieron en partes.

-¡Pero eso es espantoso!- chilló Anastasia escondida detrás de Sebastián.
-Cada parte de su cuerpo lo enterraron en diferentes rincones de Inglaterra específicamente en los cuatro puntos cardinales, temían que se uniera de nuevo, cualquier cosa podía esperarse de aquella bestia. Ahora solas continuaron su vida como Las Damas de la Colina, asesinando continuamente para saciar su sed.

Se alejaron de Inglaterra para buscar un hogar en Francia a mediados del siglo XVIII. Donde una desconocida apareció, vampira e igual de hermosa, aunque de ella no se mucho, de hecho nada, solo que era diferente y abandono a las hermanas tiempo después, ¿Quién era esa vampira? Nunca se supo su nombre, así como vino se fue… Cierta tarde cuando Casandra deambulaba por el bosque, el aroma de la sangre caliente de un humano la hipnotizó, había algo en el que olía diferente, era una mezcla de dos cosas, lo ligero y lo pesado; no, no una mezcla, sino una unidad y además sutil y débil, sólido y denso al mismo tiempo, esa sangre latente que invadía su sensible nariz la volvía loca, era tan fresco como la brisa marina, cruzó varias millas para llegar hasta el origen del olor. Tan penetrante aroma emanaba de un muchacho, deseó matarlo pero a la vez conservarlo, su aroma era exquisito y tentador.

Era un chico de diecisiete años de edad, desgarbado y alto, piel clara y cabellos rubios de brillantes ojos verdes, el chico atendía en una granja, vivía solo con su abuelo de crianza y se llamaba Christopher Peep. Decían que él hacia pactos con espíritus en el bosque, y sus amigos eran los lobos, desde pequeño sentía adoración por estos animales salvajes que nunca hicieron el intento de comérselo, todo lo contrario, lo trataban como a uno mas de sus cachorros, los ciudadanos le llamaban “El niño lobo” y lo trataban mal por considerarlo extraño.

Casandra, lo compró a su abuelo para que le sirviera, así lo tendría siempre cerca y podía olerlo a toda hora, después de comprarlo asesinó a su único pariente quedando instantáneamente huérfano. Nettie y Yonica no estaban muy de acuerdo de mantener a un mortal, pues el chico era una droga y para ellas era necesario matarlo, algo había en el que les repugnaba a la vez que les agradaba, pero la hermana mayor no hizo caso, aún lo quería para jugar con él. Nettie escondida de Casandra intentó matar al chico, sin mucho éxito. Christopher era astuto y sedujo a la vampira menor para escapar. Sabedor de lo que le esperaba prefirió actuar primero e intentó matar a las hermanas, las traicionó delatando la presencia de vampiras en la ciudad.

Los ciudadanos encendieron antorchas y se armaron de hachas para cazar a las inmortales, Christopher aprovechando la distracción escapó. Casandra sintiéndose insultada fue detrás del muchacho y lo torturó, mordió su cuello y bebió su sangre, era el néctar que ella había deseado pero que se había resistido a probar, ya no había marcha atrás, molesta por la traición de este sin contemplación le quitó la vida, ya no olería jamás un exquisito aroma como ese. Y eso la mantuvo airada.

-¿Como intentaron matar a las vampiras?- pregunté prestando más atención –Ella podía más que ellos, fácilmente los harían polvo.
-Bueno, ciertamente en esa época las personas creían que los vampiros morían si les enterrabas una estaca en el corazón, o si les rociabas agua bendita- respondió Damián…
¿Morirían los Hawkind si intentara hacer eso con ellos?- Me pregunté.

-¿Qué pasó después?- pregunto Sebastián.
-Bueno, ellas fueron quemadas después de encontrar el cuerpo de Christopher, hasta donde sé- contesto Damián haciendo una mueca.
-¿Quemadas?- pregunté incrédulo.
-Si…quemadas en la hoguera- miró la fogata.
-Es la historia más horrible que he escuchado- jadeó Anastasia.
-Ya es tarde, deberíamos estar camino a casa- miro el reloj Ariadna –Pasan de las nueve y quince.
-Sí, será mejor que nos vallamos- acepto Sebastián levantándose y dándose un buen estirón.
-Ethan, te llevaré a casa- ofreció Anastasia.
-Si…gracias- me levanté, estaba entumecido, era una historia muy entretenida pobre Christopher y pobre de los ciudadanos de Transilvania, pero tenía dudas sobre la muerte de las vampiras, había sido tan fácil que no me resultaba creerlo.

-Ethan, pronto iré a tu casa para visitar a Wendy… ¿puedo?- preguntó animado Damián.
-Pues claro que si, es tu casa, lo sabes- aprobé –Puedes ir las veces que quieras, no tienes ni que preguntar.

Sebastián apagó la fogata y pronto todos nos íbamos, Ariadna se vino con nosotros e iba charlando con Anastasia de lo más contenta por el día que había pasado, me despedí de ellas en lo que llegamos a la puerta de mi casa, estaba molido y solo quería acostarme a dormir, salude a mamá que estaba de pie en las escaleras con el inalámbrico en la mano.

-Ha llamado la señora Queen… ¿se puede saber donde han estado metidos?- interrogó molesta.
-Solo hemos estado en la playa con otros tres amigos mamá- respondí con despreocupación.
-¿Pero has visto la hora que es?- insistió –¡¡Son casi las diez!!
-No nos pasó nada, y no hicimos nada malo- solo arriesgar mi vida en el acantilado. Le dí un beso en la mejilla y subí las escaleras.

Se quedó mirándome mientras iba directo a mi cuarto, cuando entre cerré la puerta con seguro, la cama me llamaba y obedientemente me eché sobre ella, sin darme cuenta ya estaba profundamente dormido.

...Vestía una levita de color oliva, camisa blanca, medias de seda blanca, zapatos marrones de hebilla y un peluquín atado con un lazo negro. Caminaba por la Rue des Marais en una callejuela de Paris, tenebrosa cuya anchura se podía medir con los brazos abiertos, donde solo habían personas de trajes llamativos, pelucas blancas, vestidos adornados, costaba pasar con tantas personas ahí, ¡Era asfixiante! Camine hasta llegar a una plaza, cerré los ojos para relajarme y tomar aire y al abrirlos la plaza había desaparecido, solo habían arboles alrededor y un perfecto radio circular donde me esperaba una hermosa mujer, llevaba un vestido dorado y su cabello recogido en un elegante moño con unos cuantos bucles negros caídos, tenía un abanico en la mano y muchos collares de oro puro que adornaban su garganta…cuando me acerque a ella desapareció, donde hace minutos estaba ella se encontraba el cadáver de un chico rubio con infinitas mordidas rodeado de siete lobos grises muertos...

Desperté sobresaltado por el sueño que había tenido, miré a mi alrededor buscando lo inexistente, todavía estaba oscuro, respiré hondo y volví a cerrar mis ojos… tenia que pensar en una manera de saber mas sobre los vampiros, pero ya averiguaría sobre ellos luego, por ahora solo quería volver a dormir.

martes, 19 de mayo de 2009

Las damas y el hombre de la colina


No podía describir muy bien la sensación que sentía mientras caía, abrí mis brazos y junté mis piernas, cerré mis ojos y me dejé llevar, sentía un nudo en la garganta, y como mi estómago se contraía, sentía como hormiguillas en el cuerpo, el aire me azotaba en la cara, intenté gritar pero no encontraba mi voz.

El contacto con el agua agudizó aun mas esa sensación en el estómago, millones de burbujitas subían de todas direcciones, me relajé antes de comenzar a mover los pies para buscar la superficie mientras comenzaba a bajar cada vez más, el mar estaba completamente negro y la corriente no estaba tan fuerte, todo estaba en silencio, solo en mis oídos tenía ese molesto “diiiin” tan agudo y penetrante, ya perdía el poco aire que tenía en mis pulmones, cuando toqué con mis pies unas cuantas rocas me di cuenta de que había tocado el fondo, miré hacia arriba pero con la vista borrosa no veía superficie alguna, me impulsé con las mohosas y resbalosas piedras y comencé a nadar, era algo difícil ya que la corriente me movía de un lado a otro.

Salí al ancho mar tomando todo el aire que pude, me alegre de poder respirar por fin, busque la orilla con la mirada y cuando estuve orientado nade. Cuando llegue arrastrado a la orilla y respirando con dificultad vi la colina rocosa y me reí de mi mismo, me levante y corrí todo lo que pude casi juraría que estaba caminando para llegar de nuevo con los muchachos, otro grito escuche de Sebastián a lo lejos, ya había saltado el también, jadeando llegue y Anastasia corrió para recibirme, Ariadna suspiro aliviada.
-¡¡Te dije que podrías!!- gritó Anastasia cuando me daba un abrazo casi asfixiante.
-S…si- trate de decir –Me…cuesta…respirar
-Oh, lo siento- me soltó.
-¡¡No estuvo tan mal eh!!- me palmeo Damián con una enorme sonrisa –Saltaras de nuevo… ¿Verdad?
-¡No!- farfulle con mis ojos desorbitados.
-Tranquilo, solo es broma…lo habéis hecho bien para ser tu primer salto- hizo un mohín.
-¡Seguro!- chillé con alivio
-Pero la próxima vez grita, veras que bien se siente- dijo por ultimo al momento que empezaba a correr para saltar.
-Has salido vivo eh, Ethan- se acercó Ariadna
-Si- siseé. Me acerque a buscar mi ropa y la puse sobre la roca en la que estaban sentadas las chicas, espere a que el viento me secara para luego vestirme.

Sebastián y Damián siguieron saltando unas cuatro o cinco veces más, ya eran las tres o cuatro de la tarde y ninguno de nosotros cinco habíamos almorzado, bajamos de la colina y nos acercamos a los vehículos, Sebastián y Damián charlaban sobre quien había saltado mejor, mientras Anastasia y Ariadna apresuraban su paso, yo mientras tanto a pesar de mi firmeza al caminar, me sentía como si aun estuviera debajo del agua siendo movido por la corriente.



-Damián ve a por las cañas- ordeno Sebastián –Hare la fogata- sonrió
-Ethan, ven a pescar conmigo…o te quedaras chismoseando con Ana y Ari- se burlo Damián, las chicas lo fulminaron con la mirada y yo solo me pude reír. Me fui con Damián al muelle a pescar.
-Que ha sido divertido lo del salto- rió Damián aun recordando mi pálida cara.
-Sí, claro- dije algo riendo también al imaginarme.
Pescamos lo suficiente como para quedar satisfecho los cinco, Sebastián ya tenía encendida la fogata y las muchachas venían con ramillas para pinchar el pescado, nos sentamos en círculo sobre unos cuantos troncos y comenzamos a charlar hasta que Damián propuso contar una historia.
-¿Sobre qué?- quiso saber Anastasia
-¿Han escuchado la historia de las damas y el hombre de la colina?- quiso saber Damián.
-No- dijimos todos casi al unísono.
-Bueno, esto se dice que paso hace millones y millones de años, podría decirse que en el siglo XV- comenzó con aire sabio –Cuenta la historia de tres hermanas pastorcillas que vivían en una pequeña aldea al sur de Transilvania, eran pobres en riquezas pero ricas en belleza, todas las jóvenes del pueblo les tenían envidia y las odiaban, pero por obra de la hipocresía no demostraban la rabia que les tenían a las hermosas damas, lo curioso es que había algo misterioso en ellas.

-¿Qué era eso misterioso?- quiso saber Ariadna

-Que las tres hermanas tenían un aroma único, siempre olían a rosa y lavanda, sin la necesidad de bañarse en perfume- siguió -Un día llega a la aldea un hombre, cuya palidez como la nieve llamaba la atención de todos los que le miraba, aparentaba treinta y un años de edad, y su nívea piel era el resplandor de la luna, las doncellas quedaban hechizadas ante tanta hermosura de aquel sujeto, Casandra la hermana mayor contaba con dieciocho años de edad cuando aquel hombre se fijó en ella, hizo mil y un intento para conquistarle, pero algo había en ella que no caía bajo sus hechizos.

El hombre perdía la cabeza, estaba obsesionado con la belleza de la chica, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para poseer a aquella ninfa que dejaba sin aliento a más de un mortal, consiguió raptarle dejando su rebaño de ovejas y llevársela lejos de todo ambiente pueblerino, sumergidos en lo más profundo del bosque deseo su cálida piel, los gritos de auxilio no llegaban a los oídos de ningún ser para rescatarla.

Los ojos de Anastasia se desorbitaron cuando Damián hacia un gesto de decepción, Ariadna se llevo una mano a la boca.

-Descuida, no hizo nada exagerado si eso están pensando- continuo Damián mirándolas con calma –Aquel hombre tenía planes para ella, quería conservarla jovial y hermosa, tal cual era, se la llevo de Transilvania al norte de Inglaterra. Casandra estaba aterrada, no sabía cuál sería su destino, solo sentía odio y tristeza, el pálido caballero la llevo a vivir en un enorme castillo que parecía haber nacido de una colina, se veía tenebroso a simple vista "Pronto te acostumbraras a tu nueva vida, como dama y señora" le siseo descaradamente aquel tipo.

Una vez ahí aquel desconocido la hizo su esposa, y luego su mujer, Casandra solo sentía asco y repulsión por aquel maldito ser, había dejado de ser una niña y se había convertido en una mujer brusca y llena de odio, aquel sujeto tenía una fuerza brutal y era tan duro como el mármol, él tenía una identidad oculta. Casandra investigó sobre el todo lo que pudo hasta descubrir lo que aquel maligno ser era…un vampiro.

Anastasia agarro el brazo de Sebastián tan fuerte que este se quejo de dolor, Ariadna solo tenía un aire pensativo, yo estaba metido por completo en la historia.

Ella ocultó de lo que era sabedora, destinada a que pronto moriría, no quedaba resignación, iba a morir lejos de su hogar y su única familia, sus hermanas. Aquel vampiro inocente de la sabiduría de Casandra, se dedico a tratarla con el único deseo que solo se veía en su escarlata mirada. Era lógico: pálido, fuerte, hermoso, jovial y olor penetrante dulzón…por qué no se había dado cuenta antes de lo que aquel ser era, un demonio.

Poco tiempo después comenzaba a estar inconforme de tener a una sola novia, decidió buscar otra, planeo ir al sur de África donde había mujeres de piel oscura tan bellas como diosas griegas, o al éste de Asia donde podía conseguir a tan joviales damas de cultura exótica. Pero su codicia por coleccionar mujeres hermosas pasaba fugazmente por su mente. Casandra le rogó volver a Transilvania, pero este le negaba de manera brusca regresar a ese lugar.

El vampiro tomo la idea de ir a esa aldea, donde había encontrado a su esposa, y decidió viajar solo, cuando llegó las jóvenes damiselas estaban encerradas en sus cabañas, habían declarado toque de queda desde la desaparición de Casandra. Habían mandado a quemar a los hombres desconocidos que deambularan por la zona, incluso, habían mandado a matar a todos los lobos que se encontraran en el bosque. Aquel níveo bípedo estaba embriagado por los aromas de las niñas vírgenes quinceañeras, planeo poseerlas a todas, disfrutaría de un gran banquete bebiendo su sangre.

Yonica que contaba con diecisiete años de edad y su pequeña hermana Nettie de quince, ambas hermanas de Casandra, se vieron en peligro cuando misteriosamente comenzaron a aparecer cadáveres desnudos, ultrajados y desmembrados de pequeñas pastorcillas doncellas. Las dos hermanas planearon huir de Transilvania lo más lejos posible, pues temían por su vida...

martes, 5 de mayo de 2009

Sábado de adrenalina


-Esto será divertido- hablaba Anastasia sonriente mirándome por el retrovisor.
-Sí, servirá de distracción- murmure viendo los dibujos borrosos de los arboles que íbamos dejando atrás.
-Presiento que habrá buen clima- continuó.
Sonreí.

-Oh! Esta canción me encanta- dijo al momento que le subía el volumen a una música algo lenta que después estallo en baterías y luego transformándose en un ruido rítmico y pegajoso, para ser la primera vez que lo escuchaba no estaba tan mal.
Llegamos a una zona muy alejada de la ciudad, Anastasia doblo una curva que pronto la carretera estaba adornada por varios árboles en forma de arco, era como un túnel de esos en los que no ves salida hasta que logras visualizar el resplandor del más allá.

-Pues, si que está metido esto- rompí el silencio, baje la ventanilla del auto para que entrara aire. -Sí, es algo así como nuestro escondite- apago el oxigeno y bajo la ventanilla también.
-¿Vienen a menudo?
-La mayoría de los sábados, si.
-¿Y qué hay de divertido?- pregunté mirando por fin la salida del largo túnel.
-Hay muchas cosas que se pueden hacer- pensó enseñando una sonrisa.
-¿Por ejemplo?
-Salto de acantilado, es lo que más hacen los chicos, lo intente una vez y no quise volver a hacerlo- se rió de sí misma, imagine por qué no lo había hecho más y me uní a su risa.
-¿Qué mas hacen?
-Contar historias de terror, cantar alrededor de la fogata, bañarse en el mar, pescar y lo que se te antoje hacer- chilló más contenta de lo que iba.

Era divertido hablar con Anastasia, siempre tenía su toque alegre y veía todo de una manera positiva, cuando por fin contaba como mínimo cinco o seis pares de arboles para salir visualice la arena y mas allá una gran frontera azul con cientos de destellos, miles de estrellas iluminaban sobre el tranquilo mar.
-Bienvenido, Ethan- acogió –Ya verás que te vas a divertir- prometió.


Ahí estaba Ariadna quien nos hacía señas con su brazo izquierdo, más alejados estaban Sebastián y Damián. Anastasia estaciono su auto cerca de la Jeep amarilla de Damián.
-Hola Ari- salude cuando ya me había bajado del auto.
-¡Hola Ethan!- se abalanzó sobre mi –Hola Ana- la abrazó
-Hola Ari- saludo contenta.
-Los muchachos se están preparando para saltar desde el acantilado- aviso Ariadna.
-¡¡Genial!!- chillo Anastasia
-Eso me preocupa, hace que me ponga nerviosa.
-Tranquila Ari, ya sabes que todos los chicos raros hacen ese tipo de cosas.
Cuando los chicos se acercaron me alarme, en sus mentes tenían pensado algo macabro, mire la media luna montañosa a lo lejos.
-Escuche que hablaban de nosotros- se acerco Sebastián seguido de Damián con una enorme sonrisa.
-¡¿Jeee Ethan, te unirás a nosotros para saltar?!- me invitó Damián dándome unas palmadas en el hombro sacándome de mi distracción.
-No, yo…todavía quiero seguir viviendo- dije con una risa nerviosa cuando vi de nuevo la colina rocosa.
-Venga, no tienes que temer- me jaló Sebastián del brazo izquierdo.
-Sí…te has venido a divertir, y que mejor forma que tomando riesgos- me jaló Damián del brazo derecho.
-Pero no me siento con el valor suficiente para…
-No sentirás nada, te lo prometemos- decía Sebastián guiñándole un ojo a Damián, eso hizo que me alarmara aun mas.

Ariadna y Anastasia nos pisaban los talones, estaban cuchicheando y riendo, Damián me recordaba una y otra vez que no moriría en el salto y Sebastián solo dejaba salir unas cuantas risas maliciosas, yo me sentía como el pavo que va a ser asado para la cena de acción de gracias.

Llegamos a la colina, donde el viento azotaba fuertemente y el sol calentaba un poco mas desde ahí, logre ver un punto escarlata y un punto mostaza, eran el auto y el jeep, me percate de la altura de la colina y sentí como la sangre huía de mi cara.
-Te has puesto pálido, Ethan- hablo Ariadna mirándome preocupada.
-Se le pasara cuando caiga- dijo Damián con despreocupación.
Perdí la noción del tiempo cuando vi la altura del acantilado, las olas rompían debajo de una forma violenta, el mar se veía oscuro y las verdosas rocas amenazadoras, no entendía cómo es que les gustaba saltar desde ahí, pronto entendí el por qué Anastasia no había saltado mas.
-Es parte de la diversión- animo Sebastián mientras fijaba su vista hacia las rocas que estaban abajo –Sentir esa adrenalina.
-¿Han muerto personas aquí?- murmure por lo bajo, note cuando mi voz se quebró a mitad de pregunta.
-No muchas, solo unas treinta personas o treinta y cinco tal vez- respondió Damián con suficiencia.
Mis ojos se abrieron de par en par cuando escuche la cantidad.
-Es broma, Ethan, muy pocos han muerto- alivió Ariadna dándole un zape a Damián quien ágilmente esquivó.
-Bueno, a saltar se ha dicho- concluyó Sebastián haciendo un ademan con la mano –Apartaos que el rey del acantilado va a saltar.
-Te quitare ese título- amenazó Damián haciéndose a un lado.

Sebastián se alejo para coger impulso, nos miro por última vez, corrió, saltó y en un abrir y cerrar de ojos ya no estaba, solo se escucho un grito de júbilo y emoción, segundos después se escucho el ¡¡SPLASH!! Anastasia y Ariadna aplaudían dando brinquitos, me asome a duras penas con el más mínimo cuidado de no caerme para ver si ya había salido, pero no lograba verle.
-¿Por qué no sale aun?- pregunte preocupado.
-Pronto saldrá, mientras hazte a un lado, es mi turno de saltar, y luego vendrás Tú- hizo énfasis en mi persona. Se preparó para hacer su glorioso salto. Me hice a un lado rápidamente en el momento en que este tomaba impulso.

Ariadna le deseo suerte cuando Damián comenzó a correr, unos cuantos segundos pasaron cuando ya se había perdido de vista colina abajo profiriendo un sonoro grito de aprobación y emoción, otro ¡¡SPLASH!! Audible agudizó mis oídos y me di por vencido, a estos dos locos les gustaba el riesgo de verdad, sonreí y me acerque a las muchachas.
-No temas, o ellos mismos te lanzaran- dijo Anastasia riendo anchamente.
-No tienes que hacerlo si no quieres, Ethan- me dio unas palmadas Ariadna, pero ese sentimiento de alivio que empezaba a experimentar cesó cuando Sebastián apareció gritando mi nombre.
-¡¡Es tu turno de saltar!!- gritó aun mas cuando lo tenía cerca –Venga, hecha tu ropa a un lado.
-¿Pero por dónde has salido?- dije sorprendido –No he visto salida- gemí
-Nade hasta la playa, es la única salida…vamos, no mas distracciones- continuo perdiendo la paciencia. Ariadna le dedico una mirada de desaprobación.
-P-pero…- titubeé
-Pero nada, venga.

Rendido me quite los zapatos con toda la lentitud posible.

-¡Que no vas a la guillotina, hombre!- insistió Sebastián.
-¡El agua esta deliciosa, Ethan!- gritó Damián apareciendo a paso veloz.
Me quite la franela, y luego la bermuda quedando medio desnudo.
-Vamos, vamos- me empujaban ambos –Coged impulso ahí, cuentas hasta diez y sin pensarlo corres con fuerza- indico Damián. Solo pude asentir, mi mente quedo en blanco –No cierres los ojos hasta que hallas saltado, ¿vale?- moví mi cabeza de arriba abajo.
-Tomas suficiente aire- aviso Sebastián.
A unos treinta pasos de impulso vi la muerte y no había hecho aun mi testamento.
-¡¡Vamos Ethan, tu puedes!!- gritaba Anastasia saltando, Ariadna aun no estaba muy contenta.


Hice una mueca mostrando mi nerviosismo al tratar de sonreír, tragué saliva y me centre en el acantilado, comencé a dar pasos débiles que luego fui acelerando, sentía que el camino se alargaba mientras yo mas corría, corrí con más fuerza y al llegar al abismo salté.